viernes, 30 de julio de 2010

¿Vivir? ¿Morir?

Sí, ¿vivir?, ¿morir?, ¿qué es mejor?, ¿cuál es la situación ideal? Incluso para los creyentes, como yo. Vivir, físicamente hablando; o seguir viviendo, ¡de verdad!, en otra situación, muerto, físicamente hablando.
Ya sé que para empezar a escribir en un blog, ¡y sin tener ni idea!, es algo absurdo, en estos momentos. Pregunta difícil de contestar, ¡y sólo pregunta! (cuando uno no está bien se le ocurren este tipo de preguntas).
También comprendo que el título del blog, si es que, al final, tiene que ser así, es un poco rotundo, excesivo. Lo comprendo. Quizás podría añadirse: "Saber vivir para morir dignamente". Pero así está escrito y no me atrevo a quitarlo. Sé, estoy convencido, que muchas personas, por una u otra razón, estarán en el mismo dilema que yo. De ahí la sinceridad y honestidad de mi rotunda pregunta. La vida nos presenta, en muchas ocasiones, situaciones, en las que uno o una se plantea ante este dilema; dilema al que no hay que ocultar la cara, sino un dilema al que hay que enfrentarse. Y, respetando opiniones de todo tipo (incluso propias, en alguna ocasión), hay que enfrentarse con absoluta entereza: SÍ a la vida, pase lo que pase y pese a quien pese. Hay que tirar para adelante y, ¡sin miedo!, plantarle cara a lo que se presente.